Te me acercas
contándome al oído milagros
de miles de leyendas
que quedaron entre tus aguas.
Me salpicas
con espumas inundadas de misterios
de otros tiempos y distancias,
con lamentos de promesas
que perdieron sus palabras
en tus bajamares intensos...
Y yo me acerco y te salpico
sabiéndome tan pequeño,
tan desconsoladamente chico,
tan solo entre mis gentes cotidianas,
que me apabullan tus mareas,
tus olas y tus resacas.
A veces me respondes...
Pero de contínuo callas y resbalas
en las arenas de mi playa
que esperan impacientes tus respuestas.
Me acaricias
con tu cuerpo revoltoso cubriéndome de algas
o de pececillos despistados
que resbalan entre mis dedos
como tu espuma blanca
como el canto melífluo y sincopado
de tus risas y tus quejas.
Me sumerjo en tí
y me mandas tu mensaje de caracolas lejanas,
o me golpeas duramente con tus olas
zarandeando mis silencios
que quieren esconderse
del otro lado del inicio del levante.
A veces me arrastras...
me llamas desde tus corrientes escondidas y falaces
susurrándome con tus resacas
promesas de sirenas y jardines mar adentro...
Y a veces estoy a punto de creerte.
Luis E. Prieto
El mar siempre ofrece una pausa a nuestra libertad encadenada. Bonita poesía.
ResponderEliminarBesos.