Un niño llamado Ping vivió en China, hace
unos dos mil años. Su pasatiempo favorito era el cultivo de las plantas.
Gracias a sus cuidados en el jardín de su casa habían crecido cientos de flores
hermosas. La gente que pasaba por la calle se detenía a admirarlas y él, a
veces, les regalaba un ramillete.
El emperador de China
también amaba las flores, pues pensaba que expresan las cualidades de quien las
cultiva. Como ya era muy viejo, estaba buscando a una persona honesta que
pudiera sucederlo en el trono. Se le ocurrió hacer un concurso. Convocó a todos
los niños del reino y les informó que recibirían una semilla. El que volviera
al cabo de un año con la flor más hermosa heredaría el trono.
Al llegar a su casa Ping la plantó en una
maceta y la colocó en el mejor lugar del jardín, donde recibía la luz del sol y
el rocío de una fuente cercana. Pero la semilla nunca germinó.
Transcurrió el año del concurso y cientos
de niños se presentaron en el palacio con sus plantas. En la fila destacaba un
brillante colorido: rojo, morado, rosa… Ping lloró al ver que su maceta sólo
tenía tierra.
En el gran patio los niños se formaron para
exhibir sus logros. El viejo emperador, que caminaba con dificultad, veía una
flor y otra. Apreciaba su textura y matices o inhalaba su perfume sin hacer
comentarios. Cuando llegó frente a Ping, éste se asustó mucho, temiendo un
regaño.
—¿Acaso
no plantaste la semilla que te di? —le preguntó el emperador.
—La planté y por más cuidado que puse nunca brotó nada de ella —explicó el pequeño.
—La planté y por más cuidado que puse nunca brotó nada de ella —explicó el pequeño.
El emperador siguió examinando las flores de los demás niños. Al cabo de un rato informó que había tomado una decisión.
—Queridos
niños. No comprendo de dónde salieron todas las flores que he visto esta
mañana. Las semillas que les entregué estaban hervidas y no podían germinar.
Ping es la única persona honesta entre todos ustedes, pues tuvo el valor de
traer la maceta sin planta alguna. He decidido heredarle mi reino. Sólo un
hombre honrado puede gobernar esta gran nación.
Cuento tomado de: Calendario valores
Precioso relato, Nada. No creas que exagero cuando afirmo que me ha emocionado. Me ha emocionado leer que aún quedan gestos tan honestos como el de este niño, aunque sólo existan en los cuentos.
ResponderEliminarGracias por compartirlo con nosotros.
P.D. Un poco tarde, sí, lo sé, pero aquí va... ¡Feliz 2013!
Besos.
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarLa honestidad debería ser siempre valorada y más hoy en día donde la corrupción se extiende sin parar.
Saludos.